Tradicionalmente, la diabetes de tipo II solía aparecer en personas de mediana edad o mayores, pero en los últimos años ha aumentado de forma alarmante el número de casos en todas las edades, incluyendo niños y adolescentes. La clave está en un concepto que ha ido “ganando peso” en los últimos años como es la “diabesidad”, que es el resultado de la suma de dos términos estrechamente relacionados: diabetes y obesidad.
El término diabesidad es la relación entre la diabetes y la obesidad. Una enfermedad causa la otra, ya que la obesidad es causa segura de diabetes de tipo 2. Se ha de incidir en la salud desde la infancia, controlar el peso, evitar la obesidad, ya que esta prevención será el éxito del mañana.
El obeso se hace, si bien hay agregación familiar a través de la genética pero también a través del comportamiento, ya sea hábitos de vida, forma de comer, practicar ejercicio, etc.
El 85% de los sujetos con diabetes de tipo 2 son obesos, pero en el 15% restante puede no ser obesa, pero si tener un índice de grasa abdominal elevada.
El objetivo para aquellos pacientes con obesidad es reducir un mínimo del 5% o el 10% de su peso en tres o cuatro meses. Sin embargo, el perder peso no debe ser una carrera por lograr una cifra, sino que perdiendo esos porcentajes bajos, el paciente mejorará ciertos valores médicos, mejorando su autoestima, y animándolo a seguir con un tratamiento lento pero progresivo para ir reduciendo el peso.
La condición humana se ha ido modificando, ya que la vida de hoy en día difiere al máximo de la vida de nuestros antepasados en la prehistoria, ya que antes el hombre era cazador, acostumbrado a recorrer largas distancias a pié, comiendo sólo cuando podían, y actualmente, los hábitos son diametralmente opuestos; se come algo más, siempre sentados, se trabaja sentado, nos desplazamos en vehículos o en transportes pero no andando o corriendo, y por tanto, nuestros genes no se han adaptado todavía a estos cambios en nuestra sociedad.
El objetivo del tratamiento pasa por reducir la obesidad y conjuntamente corregir y controlar la diabetes, sin olvidar otros parámetros paralelos como van a ser el colesterol y la hipertensión. En la práctica clínica es difícil cambiar los patrones de vida de los pacientes, y ello hace que la labor divulgativa, recordatoria y de imposición de nuevos hábitos sea fundamental para mejorar la prevalencia actual de esta enfermedad.
La participación del paciente es fundamental, debe saber el origen de su enfermedad, debe estar atento con los alimentos que incorpora , modificar ciertas conductas alimentarias, practicar ejercicio físico, y a ser posible, mejorar todos esos patrones de forma conjunta ya que así se mejora la eficacia.