Considerada una epidemia global, la obesidad es una enfermedad que creció notablemente en la población infantil.
En Argentina, el 60% de las personas adultas tiene sobrepeso u obesidad, la cifra indica la seriedad del problema y tanto más preocupa saber que el exceso de peso a edades tempranas aumenta la posibilidad de ser un adulto obeso con mayores consecuencias sobre la salud futura.
Conocer los factores que predisponen a ella le ayudará a prevenir su aparición desde la infancia.
La obesidad es la forma más frecuente de malnutrición en los países desarrollados. Aparece cuando la ingesta de alimentos energéticos supera al gasto de energía y por consiguiente, se almacenan en el organismo como tejido graso. Si se tiene en cuenta que una sobrealimentación excesiva durante la infancia tiene una probabilidad del 60-80% de ser obeso cuando se es adulto, es fundamental que tanto los pediatras, como padres y educadores tomen medidas preventivas para que un sobrepeso en la infancia no se perpetúe en la vida adulta.
La obesidad infantil de tipo nutricional puede generar complicaciones ortopédicas, respiratorias y cutáneas. Los niños con sobrepeso corren el riesgo de sufrir diabetes, colesterol e hipertensión. En definitiva, todas ellas conducen a padecer de enfermedades cardiovasculares.
¿Genes o estilo de vida?
Existe una predisposición genética a padecer obesidad, junto con la combinación de factores hereditarios y ambientales que son los que determinan que un niño propenso a engordar desarrolle la enfermedad y explican, además, el crecimiento de la obesidad y el sobrepeso en los últimos años. Los genetistas de la obesidad afirmaron que la heredabilidad del peso corporal era de hasta un 70 % si ambos padres son obesos, y de un 30 a 40 % si uno sólo lo es.
En el genoma humano se han identificado diversos genes candidatos a la predisposición genética de padecer obesidad, sin descuidar la acción del medio ambiente como, los cambios en estilo de vida que ayudan a entender esa tendencia.
En la rutina alimentaria hay una disminución de la comida casera y un aumento de los menúes rápidos y de delivery. Los alimentos industriales ricos en grasas saturadas – comidas elaboradas, golosinas – dejaron de ser de consumo ocasional.
Los entretenimientos que ofrece la tecnología –televisión, computadora, juegos- tientan a pasar largas horas frente a la pantalla y propician el sedentarismo, mientras que las publicidades incitan al consumo de alimentos no saludables. Las actividades físicas, deportivas o al aire libre se fueron limitando, en ocasiones, por falta de tiempo de los padres para acompañar a los chicos, o inseguridad, problemas económicos, etc.
Otro aspecto a considerar son las actitudes que la familia del niño tiene hacia la comida, puesto que en muchas ocasiones a los padres les satisface que sus hijos coman mucho.
La primera persona de referencia ante el exceso de peso en un niño es el pediatra, quien normalmente realiza un seguimiento y observa cómo fue evolucionando el crecimiento de un niño. Cuando éste lo aconseje es importante hacer una consulta con un médico especialista en nutrición como guía para comenzar a generar buenos hábitos alimentarios.
Podemos incluir conductas saludables para favorecer un peso normal:</strong>
-Realizar las cuatro comidas principales. Evitan el “picoteo” sobre todo de golosinas o snacks
-Fundamental que los chicos desayunen porque tiene una incidencia sobre el rendimiento escolar
-La alimentación variada debe ser incorporada desde pequeños
-En los niños, hay que insistir especialmente con la actividad física.
En la medida que tengan mayor desgaste energético podrán compensar la ingesta de calorías necesaria en la etapa de crecimiento
-Mantener una buena hidratación y preferir la ingesta de agua o jugos naturales. El consumo de gaseosas suele ser un hábito arraigado desde pequeños y, aunque no debe ser prohibida, sí deberá ser limitada.
-Evitar la tentación del kiosco en la escuela. Enviar alimentos alternativos –barras de cereal, frutas secas, frutas frescas- y negociar condicionando la cantidad de dinero que dispondrán.
Una alimentación sana y equilibrada desde edades tempranas, un estilo de vida no sedentario y un entorno familiar con hábitos saludables son condiciones básicas para abordar el sobrepeso y obesidad.