El tipo de alimentación que proponen las llamadas “Dietas del Origen” o Dieta del Paleolítico, se centra en comer lo que se comía en la Edad de Piedra. Sus defensores aducen que nuestros cuerpos están diseñados para aquella época. La justificación que exponen quienes respaldan estas propuestas es que en los 10.000 años que han transcurrido desde la invención de la agricultura, la selección natural no ha tenido casi tiempo para producir las adaptaciones genéticas óptimas a partir del cambio que se produjo en la dieta humana.
Los detractores de la Dieta Paleolítica, de la Edad de Piedra, la de los Hombres de las Cavernas o la Dieta de los Cazadores-Recolectores creen que no son comparables los hábitos de los humanos de entonces con los de hoy y que tampoco se pueden establecer paralelismos entre la esperanza de vida actual y la de aquella era, ni entre la mortalidad por diversas enfermedades.
La premisa que marca las directrices de estas dietas es la misma: volver a nuestros orígenes y comer las plantas silvestres y las carnes y pescados, alimentos que habitualmente se consumían durante el paleolítico.
El primero en popularizar la “Paleodieta” fue el gastroenterólogo Walter L. Voegtlin, que según sus teorías, “una alimentación basada en carne, pescado, verduras, frutas y frutos secos, previene las enfermedades cardiovasculares y algunos tipos de cáncer, además de tener un efecto beneficioso sobre la obesidad, problemas digestivos, problemas óseos, entre otros”.
Los cereales y las legumbres (como productos agrícolas), los productos lácteos, la sal, el azúcar y los aceites refinados están completamente excluidos de este diseño dietético.
Los cambios más sustanciales entre la llamada Dieta Paleolítica y el tipo de alimentación actual han afectado de manera sustancial a determinadas características nutricionales, como el tipo de Hidrato de Carbono consumido, la composición de ácidos grasos, la composición de macronutrientes (hidratos de carbono, proteínas y grasas), la densidad de micronutrientes (vitaminas, sales minerales y fibra), el contenido en fibra, la relación sodio-potasio. Todos estos cambios influyen en cierta medida en el desarrollo de muchas de las enfermedades actuales.
La Dieta Paleolítica está basada en un importante aporte de proteínas, los hidratos están más restringidos, lo que ayudaría a prevenir de una forma más efectiva la obesidad, la diabetes tipo 2 y disminuiría el riesgo de enfermedad cardiovascular.
El perfil de ácidos grasos muestra un nivel alto de grasas monoinsaturadas y poliinsaturadas, disminuyendo las grasas saturadas y, además, no existen las grasas trans añadidas, con lo que todo apunta a una alimentación cardiosaludable. El contenido de vitaminas, minerales y fibra de los vegetales y frutas silvestres; las proteínas de calidad y el mejor perfil graso de las carnes procedentes de animales que comen pastos y de pescados que viven en estado salvaje harían que esta dieta fuera de mayor calidad nutricional que la que se sigue en los países industrializados, rica en cereales refinados, lácteos y carnes de animales cebados en granjas.
La sal y los aditivos no están presentes,por lo que la ingesta de sodio es mucho menor. Debido a que los vegetales y las frutas son ricas en potasio, la cantidad diaria aportada de este mineral es casi tres veces mayor que la de una dieta típica occidental, lo que revierte en una mejora y prevención de la hipertensión arterial, y por ende, de trastornos vasculares.
El endulzante por excelencia es la miel; el azúcar debe provenir de las frutas y vegetales y no de fuentes concentradas y refinadas como el azúcar blanco.
Es difícil imaginarse el hecho de no comer ningún tipo de cereales ni harinas. En esta dieta la harina proviene únicamente de frutos secos y se usa esporádicamente para espesar salsas o dar sabor a condimentos, ya que en exceso puede desequilibrar la dieta.
En conclusión :
Alimentos permitidos en la paleodieta
Carne roja, carne blanca, pescados y mariscos, huevos, frutas y verduras pobres en almidón, nueces y otras frutas secas.
Alimentos prohibidos en la paleodieta
Cereales, leguminosas, productos lácteos, productos procesados o en conserva, verduras ricas en almidón (papas, mandioca etc.), carnes grasas, alimentos salados, azúcar y bebidas gaseosas.