Es una de las maneras más eficaces para evitar la propagación de los microbios y protegernos de muchas enfermedades infecciosas
La piel es la primera línea de defensa contra los microorganismos. En las manos, nuestras principales herramientas de trabajo, se hospedan (de forma natural o por contaminación de otras fuentes) y se transmiten infinidad de gérmenes que pueden provocar procesos infecciosos. La higiene de las manos no sólo es una poderosa arma contra la propagación de infecciones comunes como el resfriado y la gripe sino que también actúa contra otras de tipo diarreico generadas por enterobacterias y contra las toxiinfecciones alimentarias en general.
Todos estos microbios, que pueden contagiarse de formas distintas, son especialmente comunes en niños, que tocan otras manos sucias, superficies, objetos e incluso alimentos contaminados, juegan con tierra o simplemente se frotan una herida. Además de la contaminación microbiológica, las manos pueden entrar en contacto con posibles sustancias tóxicas (restos de productos de limpieza, insecticidas o productos químicos), nocivas para la salud. Los niños no son conscientes de este potencial peligro, tanto es así que incluso llegan a ingerir de manera directa esta posible contaminación si se chupan manos y dedos. Pero un adulto puede también contaminarse de forma indirecta a través del contacto con alimentos o utensilios de cocina.
En el mercado se ofertan varios dispositivos que aseguran una perfecta higiene y desinfección de las manos como alternativa a la limpieza con agua y jabón. Estos sistemas son especialmente interesantes en diversas situaciones.
Si nos encontramos al aire libre y vamos a disfrutar de una excursión deberemos disponer de algún sistema para lavar nuestras manos, antes y durante el proceso de cocinado. Si no disponemos de jabón, podemos limpiar nuestras manos con sustancias en forma de gel, que resultan eficaces.
Cuando lavarse las manos
En la cocina:
• Antes de comer y cocinar.
• Entre la manipulación de diferentes tipos de alimentos o alimentos crudos y cocinados.
• Después de limpiar o tocar productos de limpieza o químicos.
• Después de tocar la basura.
Otras situaciones:
• Después de ir al baño y, preferiblemente, también antes.
• Después de tocar animales y mascotas.
• Después de visitar o cuidar a personas enfermas.
• Antes y después de curar una herida.
• Después de acudir al centro de salud.
• Después de toser o estornudar
• Después de cambiar un pañal o ayudar a un niño a limpiarse tras acudir al baño.
• Después de estar en el jardín jugando o haciendo jardinería.
• Después de utilizar un transporte colectivo o ir a un espacio público .
• Cuando se hayan tocado picaportes de puertas o escaleras.
• Después de manejar dinero.